A finales del siglo XIX, el mundo estaba en plena ebullición tecnológica. La revolución industrial había sentado las bases para la aparición de inventos que cambiarían la faz de la sociedad, y el automóvil, ese "carruaje sin caballos," era uno de los más prometedores. Mientras que en Alemania, Karl Benz y Gottlieb Daimler sentaban las bases de lo que hoy conocemos como la industria automotriz, en España, un visionario ingeniero barcelonés no dudó en embarcarse en una aventura similar. Pero no hablamos de una imitación, sino de un desarrollo independiente, un hito que, por desgracia, ha quedado relegado en los libros de historia.
SU CREADOR: FRANCES BONET I DALMAU.
Francesc Bonet i Dalmau fue un ingeniero catalán, nacido en 1840, apasionado por la mecánica y las nuevas formas de transporte, aunque también cobró relevancia en el sector industrial textil.
Fascinado por los avances que llegaban del extranjero, en 1889 realizó un viaje a París donde pudo comprobar "in situ" el funcionamiento de un motor de combustión interna. De modo que, ni corto ni perezoso, decidió crear ese mismo año su propio vehículo, quedando registrado con el número de registro 10.313 el día 15 de enero de 1890
El diseño de Bonet se inspiraba en las primeras soluciones que ya circulaban en Francia y Alemania, pero tenía un mérito enorme: se trataba del primer intento documentado y oficial de construir un automóvil con motor de combustión en España, cuando en nuestro país todavía predominaban los carruajes de caballos y los tranvías de tracción animal.
ASÍ ERA EL AUTOMÓVIL CREADO POR BONET.
Aunque ya he mencionado que Bonet se inspiró en los prototipos alemanes y franceses, esto no significa que su automóvil fuese una copia de estos. El vehículo creado por Bonet se trataba de un triciclo cuyo diseño recordaba al de un carruaje. Disponía de dos ruedas delanteras y una trasera, con dos asientos delanteros y dos traseros (es decir, capaz de transportar a 4 pasajeros) Curiosamente, su motor estaba situado entre los asientos delanteros y traseros; justo en medio de su "carrocería".
Y hablando de su motor. Se trataba de un sencillo motor monocilíndrico de dos tiempos que desarrollaba una potencia de 2,5 CV, y alcanzaba una velocidad máxima de solamente 10 km/h. Este motor fue adquirido a Panhard, el cual estaba referenciado como número 11 por la casa francesa, y se encargaba de accionar el movimiento de la rueda trasera a través de una correa.
UN PASEO PARA LA HISTORIA.
Lo cierto, es que el triciclo de Bonet resultaba realmente rudimentario como vehículo, careciendo incluso de sistema de dirección como tal, pero levantó gran expectación en un país industrialmente atrasado respecto a los principales países europeos.
Con todo, en la primavera del año 1890 se pudo ver circular el triciclo por las calles de Barcelona, causando el asombro y espanto de los viandantes, aunque su escasa potencia le impedía superar la suave pendiente del Paseo de Gracia, más allá de Gran Vía o de la calle Diputación. Bonet fue desde entonces conocido popularmente como "el hombre del coche sin caballos".
Tras este "paseo", el triciclo creado por Bonet pasó a ostentar el hito de ser el primer vehículo equipado con motor de gasolina creado en España. Aunque ojo, no fue el primero en circular dentro de nuestra geografía nacional, ya que ese hecho es mérito que corresponde a un Panhard Levassor de 1881 importado de Francia, que circuló por Asturias.
¿QUERÍA BONET FABRICAR MÁS VEHÍCULOS?
Efectivamente, parece que Bonet tenía intención de ir más allá con su triciclo, pues el 23 de abril de 1894, con el número 15647, le es concedida la patente para la "Construcción de vehículos automotores por la aplicación de la energía mecánica desarrollada por explosiones de aire carburado con mezcla de aire natural en motores a propósito constituyendo un procedimiento industrial»". Es decir, Bonet tenía en mente la fabricación de automóviles. Esta patente tenía una duración de 5 años, pero tal y como consta, jamás llegó a utilizarse.
Probablemente los problemas económicos a los que se enfrentó en los últimos años de su vida, le impidieron avanzar en ese camino. La fabrica textil, sus viajes, la promoción de artistas operísticos y prestamos que realizaba al Liceu, le abocaron a la ruina.
A su muerte, el 26 de junio de 1898, la familia vendió a un chatarrero todo lo que había acumulado en la fábrica, incluido el triciclo, que fue valorado en 225 pesetas.
LAS RÉPLICAS QUE PUEDEN VISITARSE.
Aquí se pierde la pista el primer automóvil español, hasta que a principios de los años 90, con motivo de la celebración del primer centenario del automóvil, la Dirección General de Tráfico, se pone en contacto con el reputado coleccionista Salvador Claret, para encargarle una réplica del triciclo de Bonet.
A partir de aquí, Claret investiga, analiza documentación y especialmente con unos planos que se habían publicado en 1937 en la revista Radio Barcelona, y que ya correspondían realmente al triciclo construido, realiza dos réplicas. En la actualidad las dos réplicas se encuentran el el Museo de la Automoción de Salamanca y en la Colección de Automóviles Salvador Claret de Sils.
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