Siempre me he considerado como una persona bastante tecnófoba. No, no es que eche de menos rebobinar un viejo cassette para escuchar la música que me gusta o ver una película en VHS, es más, pienso que la tecnología puede llegar a ser maravillosa, pero siempre he sido muy reacio a todo lo novedoso, hasta que finalmente he acabado sucumbiendo a sus encantos.
La razón de este extraño comportamiento es que siempre he considerado a la tecnología como un arma de doble filo que, aunque pueda facilitarnos mucho las cosas, paralelamente nos convierte en seres dependientes de ella. Corremos el peligro de volvernos seres automatizados, sin conciencia y totalmente dormidos tanto emocional como cognitivamente hasta tal punto de convertirnos en seres igualmente de automatizados como las máquinas que poseemos o creemos poseer.
LA CONSTANTE DE TODA EVOLUCIÓN TECNOLÓGICA
Si hay un hecho histórico vital para facilitar la consolidación del género homo sobre el resto de especies del planeta ha sido la capacidad de usar herramientas. A esto se le llama tecnología, y desde que comenzamos a chocar piedras entre sí para fabricar objetos punzantes hasta nuestros días, la historia de la tecnología siempre ha estado marcada por una misma pauta: "aparición de nuevos instrumentos destinados a facilitar una labor y que posteriormente van evolucionando hasta tal punto de que acaban haciendo dicha labor por nosotros"
Si hay un hecho histórico vital para facilitar la consolidación del género homo sobre el resto de especies del planeta ha sido la capacidad de usar herramientas. A esto se le llama tecnología, y desde que comenzamos a chocar piedras entre sí para fabricar objetos punzantes hasta nuestros días, la historia de la tecnología siempre ha estado marcada por una misma pauta: "aparición de nuevos instrumentos destinados a facilitar una labor y que posteriormente van evolucionando hasta tal punto de que acaban haciendo dicha labor por nosotros"
En el mundo del automóvil está claro que la mayoría de estos avances se aplican bajo una marcada directriz: mejorar la seguridad en la carretera y evitar que se produzcan accidentes de tráfico. Pero no siempre es así, y también es común que nuestro coche esté equipado con un sinfín de gadgets que teóricamente nos hace que la tarea de conducir sea más placentera y cómoda posible.
Los coches de hace 10 años poco o nada tienen que ver con los vehículos actuales que cualquier ciudadano medio puede adquirir; así tenemos coches que aparcan por nosotros, que mantienen una velocidad constante por nosotros, que guardan la distancia de seguridad por nosotros, o que incluso llegan a frenan por nosotros, y aquí es donde reside el mayor peligro.
DE LA AYUDA A LA SUSTITUCIÓN
Como bien sabes, desde hace bastantes meses hay un tema del que no para de hablarse en los distintos medios especializados en el mundo del motor: la conducción autónoma. Como ya expliqué en una ocasión anterior, pienso que la llegada de los coches autónomos es algo irreversible que no podemos detener, pero hasta que ese día llegue nos encontramos inmersos en un proceso de adaptación que poco a poco nos está durmiendo como conductores.
Si lo piensas bien, con nuestros vehículos ha ocurrido exactamente lo mismo que he mencionado anteriormente en referencia a la evolución tecnológica. En principio, los vehículos comenzaron a implantar sistemas que facilitaban la labor de conducir; las direcciones asistidas nos hacían olvidar el suplicio de girar un volante a la hora de estacionar, los avisadores pitaban si pasábamos del límite de velocidad que habíamos establecido previamente, si nos salíamos levemente de nuestro carril, o nos indicaban lo cerca que estábamos del coche que teníamos atrás cuando aparcábamos.
Hasta ahí todo perfecto, podíamos seguir disfrutando del placer de conducir con el extra de contar con ciertas comodidades que además nos garantizaban un plus de seguridad en la carretera. El problema surge cuando estos sistemas han comenzado a evolucionar hasta cruzar la barrera del instrusismo en las acciones de quien va al volante. De esta guisa, los avisadores de velocidad han sido suplantados por sistemas que mantienen la velocidad respecto al vehículo que nos precede, si nos salimos del carril el coche corrige la trayectoria por nosotros, y a este ritmo en las autoescuelas van a tener que ir olvidándose de enseñarte cómo aparcar correctamente.
LOS CONDUCTORES TECNO-TORPES
La consecuencia de todo este fenómeno es la aparición de los conductores tecno-torpes; conductores que poco a poco se vuelven cada vez más dependientes de la tecnología con la que están equipados sus coches, hasta tal punto de que sólo tienen que preocuparse de las operaciones más básicas a la hora de conducir.
Conductores que, a la hora de enfrentarse a problemas cotidianos como arrancar o iniciar la marcha en una pendiente, descender una cuesta pronunciada, realizar una maniobra de estacionamiento, o simplemente saber guardar una distancia correcta con el vehículo que le precede van a tener serias dificultades, porque nadie está libre de que alguno de estos maravillosos dispositivos se averíe o que tenga que conducir un coche ajeno que no cuente con dicha tecnología.
Caso aparte es también el buen uso que se haga de la misma, ya que pongo la mano en el fuego de que en las autoescuelas no enseñan cómo hacerlo, e imagino que mucho menos lo vayan a hacer en el concesionario a la hora de recoger tu flamante coche nuevo. Así que todo queda a merced de sacar fuerzas de flaqueza y aprenderte como Dios manda el voluminoso manual de instrucciones, pero eso es harina de otro cantar.
De modo que este es el panorama que nos espera; el de ir contemplando como paulatinamente los vehículos que vayan saliendo al mercado nos irán suplantando como sus conductores con cada vez mayores sistemas que realicen las labores propias de la conducción, hasta que llegue el día en el que sólo tengamos que preocuparnos de indicar cuál será nuestro destino y la frase "placer de conducir" sea solamente un recuerdo.
Los coches de hace 10 años poco o nada tienen que ver con los vehículos actuales que cualquier ciudadano medio puede adquirir; así tenemos coches que aparcan por nosotros, que mantienen una velocidad constante por nosotros, que guardan la distancia de seguridad por nosotros, o que incluso llegan a frenan por nosotros, y aquí es donde reside el mayor peligro.
DE LA AYUDA A LA SUSTITUCIÓN
Como bien sabes, desde hace bastantes meses hay un tema del que no para de hablarse en los distintos medios especializados en el mundo del motor: la conducción autónoma. Como ya expliqué en una ocasión anterior, pienso que la llegada de los coches autónomos es algo irreversible que no podemos detener, pero hasta que ese día llegue nos encontramos inmersos en un proceso de adaptación que poco a poco nos está durmiendo como conductores.
Si lo piensas bien, con nuestros vehículos ha ocurrido exactamente lo mismo que he mencionado anteriormente en referencia a la evolución tecnológica. En principio, los vehículos comenzaron a implantar sistemas que facilitaban la labor de conducir; las direcciones asistidas nos hacían olvidar el suplicio de girar un volante a la hora de estacionar, los avisadores pitaban si pasábamos del límite de velocidad que habíamos establecido previamente, si nos salíamos levemente de nuestro carril, o nos indicaban lo cerca que estábamos del coche que teníamos atrás cuando aparcábamos.
Hasta ahí todo perfecto, podíamos seguir disfrutando del placer de conducir con el extra de contar con ciertas comodidades que además nos garantizaban un plus de seguridad en la carretera. El problema surge cuando estos sistemas han comenzado a evolucionar hasta cruzar la barrera del instrusismo en las acciones de quien va al volante. De esta guisa, los avisadores de velocidad han sido suplantados por sistemas que mantienen la velocidad respecto al vehículo que nos precede, si nos salimos del carril el coche corrige la trayectoria por nosotros, y a este ritmo en las autoescuelas van a tener que ir olvidándose de enseñarte cómo aparcar correctamente.
LOS CONDUCTORES TECNO-TORPES
La consecuencia de todo este fenómeno es la aparición de los conductores tecno-torpes; conductores que poco a poco se vuelven cada vez más dependientes de la tecnología con la que están equipados sus coches, hasta tal punto de que sólo tienen que preocuparse de las operaciones más básicas a la hora de conducir.
Conductores que, a la hora de enfrentarse a problemas cotidianos como arrancar o iniciar la marcha en una pendiente, descender una cuesta pronunciada, realizar una maniobra de estacionamiento, o simplemente saber guardar una distancia correcta con el vehículo que le precede van a tener serias dificultades, porque nadie está libre de que alguno de estos maravillosos dispositivos se averíe o que tenga que conducir un coche ajeno que no cuente con dicha tecnología.
Caso aparte es también el buen uso que se haga de la misma, ya que pongo la mano en el fuego de que en las autoescuelas no enseñan cómo hacerlo, e imagino que mucho menos lo vayan a hacer en el concesionario a la hora de recoger tu flamante coche nuevo. Así que todo queda a merced de sacar fuerzas de flaqueza y aprenderte como Dios manda el voluminoso manual de instrucciones, pero eso es harina de otro cantar.
De modo que este es el panorama que nos espera; el de ir contemplando como paulatinamente los vehículos que vayan saliendo al mercado nos irán suplantando como sus conductores con cada vez mayores sistemas que realicen las labores propias de la conducción, hasta que llegue el día en el que sólo tengamos que preocuparnos de indicar cuál será nuestro destino y la frase "placer de conducir" sea solamente un recuerdo.
Como siempre articulo muy interesante...
ResponderEliminaryo creo que odio conducir y amo conducir.
Me explico odio atravesar una ciudad congestionada, embraga, mete marcha, desembraga, pisa el freno, aparca, desaparca y asi miles de veces en pocos kms. No me importaria que lo hiciera una maquina por mi, el ahorro en fatiga fisica y mental seria tremendo.
Pero sin embargo adoro coger el coche una mañana de domingo, abandonar la ciudad y perderme sin rumbo fijo por un puerto de montaña, ahi no toleraria la mas minima intrusion.
Tal vez el problema la cuestion no es si o no rotundo , todo tiene su momento.
un saludo.
Creo que has dado en el clavo. Tal y como defendían los griegos: "la virtud está en el punto medio" La tecnología puede ser maravillosa o catastrófica, todo depende del uso que le demos.
EliminarUn saludo ;)
Yo es que me imagino la conducción autónoma en trayectos cotidianos y para mi ahí, hay de todo menos placer de conducir. Yo me he visto muy agobiado en autopista, al ver las maniobras que se marcan algunos, tampoco mucha gente sabe bajar un cambio para que el coche coja velocidad con lo que hay retenciones etc...
ResponderEliminarYo tengo esperanza porque se mejorará la seguridad notablemente y me fio más de una maquina que de un humano. Aunque creo que la conducción autónoma 100% va a tardar en implantarse, debido sobretodo a los problemas jurídicos que se van a tener que enfrentar.
Evidentemente la conducción autónoma llegará algún día, y más si poco a poco demuestra que realmente reduce el número de víctimas en la carretera. Como comentas, conducir puede llegar a ser estresante por culpa de actitud y aptitud de muchos conductores, de ahí que las máquinas acaben por suplantarnos, y eso es lo que realmente me preocupa, que las máquinas vayan haciendo por nosotros cada vez más funciones hasta que acabemos como los humanos de la película Wall - E. Eso, o que he visto demasiadas veces Terminator, jejeje.
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