Si eres fan de series y películas de ciencia ficción como Star Wars o Star Trek, seguro que te es familiar la conocida serie Battlestar Galáctica, tanto la clásica que se emitió a finales de los años 70, como la más reciente que data del año 2004.
Dentro del gran espectro de naves que aparecen en la serie, podíamos encontrar las naves Viper, que pertenecían al bando de las Doce Colonias y operaban desde la enorme nave que daba nombre a la serie: Galáctica. Un largo convoy de naves humanas se dirigía desde las Colonias a la Tierra y los Viper protegían dicho convoy de los ataques constantes de los malvados Cylones.
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Nave Viper de la serie Battlestar Galáctica |
Y ahora lanzo la siguiente pregunta. ¿Qué pasaría si tomásemos una de estas naves Viper, le extirpásemos las alas, y le añadimos unas ruedas para rodar por el asfalto? Pues que nos quedaría un vehículo bastante raro y extravagante. Una locura, vamos, pero si hay algo que nos ha demostrado la historia del automóvil, es que está llena de locuras. ¡Y benditas locuras! al menos en lo que se refiere a nuestro protagonista. ¿Te apetece conocerlo?
Viajamos hasta Arizona, Estados Unidos, concretamente en la década de los 80, donde un tipo llamado Rick Murphy, un fan incondicional de la serie Battlestar Galáctica se atrevió a construir desde cero su propia versión sobre ruedas de la nave Viper de la famosa serie al que denominó con el nombre Tryon Viper.
La carrocería fue creada sin tomar ningún vehículo existente como base, y estaba compuesta por fibra de vidrio y madera contrachapada. Eso sí, para aumentar la seguridad de los ocupantes la zona de la cabina estaba reforzada con tubos de acero. Las medidas del mismo eran de 4,57 mts. de longitud, 1,16 mts. de largo, y 1,93 mts. de ancho en su parte posterior, que era la más ancha.
Pero claro, aunque el bueno de Rick tuviese la capacidad de construir un chasis y carrocería de forma totalmente artesanal, carecía de otros elementos importantes como el motor y, por lo que necesitaba un vehículo convencional donante, y para ello recurrió a piezas del Volkswagen 1600, también conocido como Tipo 3, aunque la idea inicial de Rick era la de ubicar el motor Wankel del Mazda RX-7, debido a que era un motor compacto y potente, pero fue descartada porque su creador consideraba mejor solución tener un motor refrigerado por aire, de modo que tuvo que conformarse con el motor de 1.835 c.c del citado Volkswagen asociado a una caja de cambios automática de tres relaciones. Con este motor, era capaz de alcanzar una velocidad máxima de 170 km/h.
La suspensión trasera también provenía de este modelo alemán, mientras que para la suspensión delantera, al contar solamente con una rueda, se recurrió a un brazo con amortiguadores helicoidales dobles. Por cierto, como es fácil de imaginar, la diferencia de diámetros, perfil y anchura entre el neumático delantero y los traseros era notable, siendo estos últimos de medida 205/70 R14.
Para ser fiel al concepto de nave espacial de combate, era evidente que los ocupantes del Tryon Viper no podían ir sentados uno junto al otro, por lo que sus dos únicas plazas estaban dispuestas en forma de tándem. Y como, no, también carecía de puertas convencionales, por lo que para entrar en el habitáculo había que abrir una cabina, la cual equipaba un sistema eléctrico de apertura que se accionaba de forma remota para entrar, y a través de un botón ubicado en el cuadro de instrumentos, para poder salir. Por cierto, este sistema mecánico de elevación fue tomado de un Buick convertible del año 1957.
Y hablando de su interior... Si exteriormente el Tryon Viper parecía una nave espacial, no tendría sentido que su salpicadero e instrumentación no lo pareciese, ¿verdad? Pues dicho y hecho. Para empezar, en vez del clásico volante redondo, equipaba uno con forma de timón de dirección usado en aviación, mientras que el salpicadero estaba repleto de interruptores, medidores y gráficos de barras que mostraban, desde indicadores principales como velocímetro, temperatura de aceite y nivel de combustible, hasta extravagancias como indicadores de horizonte artificial, brújula vertical y ángulo de inclinación (un guiño a todos los entusiastas de la aviación) Y tampoco se libraba el pasajero del asiento posterior, donde se ubicaba una computadora y un equipo de sonido. Ni que decir tiene que con este interior, el conductor tenía más la impresión de estar pilotando un aparato volador que un automóvil. Es más, incluso para poner en marcha el motor, previamente había que insertar una contraseña de cinco dígitos.
Una vez finalizada la construcción del vehículo, y como suele ocurrir en casos similares, Rick comenzó a utilizar su construcción como automóvil de uso particular. Sin embargo, no se conformó con construir un vehículo para su uso y disfrute, y no tardó en construir otros dos modelos con evoluciones y cambios para hacerlo, si cabe, más sofisticado. Estos modelos sí tenían ya un fin más comercial y publicitario, tal vez con la idea de que alguna empresa estuviese interesada en su creación.
Finalmente, en total se construyeron 5 ejemplares del Tryon Viper, aunque ninguno era exactamente igual a otro.
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