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FRACASOS DE VENTAS: VOLKSWAGEN FOX, EL URBANO CON ESPÍRITU VIEJOVEN.

 


Normalmente, los coches que protagonizan esta sección suelen hacerlo por tres motivos. Primero, porque suelen presentar un diseño poco convencional. Segundo, porque pertenecen a un segmento cuya demanda era escasa. Y por último, porque suele pertenecer a un fabricante con poca representación en nuestro país (generalmente asiático o americano). 

Pues nuestro protagonista no presenta un diseño novedoso, pertenecía a un segmento con demanda, y también es de un fabricante con gran prestigio y reconocimiento en España. ¿Qué ocurrió entonces con el Volkswagen Fox, y por qué fue un fracaso?

En el año 2005, los dos modelos más pequeños y asequibles de Volkswagen eran el Polo, con 3,95 mts de longitud, y el Lupo, con 3,53 mts. Y fue aquí cuando la marca alemana se propuso completar el escalón entre ambos modelos con un nuevo integrante; el Fox, que con sus 3.82 mts. venía a satisfacer las demandas de quienes querían un coche urbano, pero más espacioso que el diminuto Lupo. 

Y para hacerlo todavía más atractivo, se llegaría a comercializar incluso con un precio inferior al de su hermano menor. Es decir, más espacio por menos dinero y sin perder la versatilidad urbana. ¿Dónde residía el secreto? Pues como es fácil de imaginar, en ofrecer un vehículo más sencillo y humilde respecto a sus hermanos de marca. 

 

UN COCHE DE ESPÍRITU JUVENIL, PERO CON DISEÑO IMPERSONAL. 




Desarrollado sobre la plataforma del Polo, Volkswagen pretendía que el Fox fuese su modelo de acceso, por ende, también sería el que estuviese enfocado a un público más joven que buscase su primer vehículo, con un carácter práctico y urbano. 

Por ello, se diseñó con la colaboración de un grupo de jóvenes diseñadores, artistas, estudiantes de hostelería y cocineros de todo el mundo. Sin embargo, todo hace indicar que buscaron colaboración con muchachos cuyo espíritu transgresor brillaba por su ausencia, ya que el diseño del Fox (y esto es opinión personal) parece más bien enfocado a un público más cercano a la senectud que a la adolescencia. 




Y a parte de este diseño impersonal, otro aspecto destacable que pudo penalizar las ventas del Fox fue el que solamente estaba disponible con una carrocería de tres puertas, algo impensable a día de hoy, aunque por entonces los coches de tres puertas se asociaban al público juvenil. Por último, aunque imagino que en menor medida, tampoco le beneficiaba el hecho de ser un vehículo homologado exclusivamente para cuatro pasajeros.


ESPACIO INTERIOR BIEN APROVECHADO.



 

A pesar de ser un vehículo de pequeño tamaño, y estar homologado para cuatro pasajeros, lo cierto es que el Fox presentaba una buena habitabilidad para estos cuatro ocupantes, con un espacio para hombros de 135 cm. delante y 134 cm. en la banqueta trasera, valores más propios de un compacto de nuestros días. Solo desmerecía el espacio para las piernas, con 63 centímetros escasos, aunque se le podían añadir hasta 15 cm. más gracias a la banqueta trasera deslizable. Entre las plazas traseras, contaba con una práctica bandeja de plástico que permitía alojar dos latas y un espacio para depositar pequeños objetos.

Por su parte, la capacidad del maletero rondaba los 260 litros ampliables gracias a la opción de la mencionada banqueta trasera deslizable en 15 cm.





Respecto al puesto de conducción, resultaba cómodo, con unos asientos de banqueta corta dotados de unos respaldos altos pero estrechos, y una tapicería de cómodo mullido, con unas rayas como única nota alegre de su interior. Esto contrastaba con la sobriedad germánica del salpicadero, realizado en plásticos duros y ásperos en algunos puntos; este aspecto era el más criticable, resultaba demasiado serio y poco colorista para atraer a un cliente supuestamente joven (seguro que todos recordamos el salpicadero del Renault Twingo I)



El volante era regulable en altura y profundidad, algo grande de diámetro, y los mandos estaban situados al alcance de las manos. En su cuadro de mandos destacaba el reloj del velocímetro que presidía la parte central del mismo, acompañado por un minúsculo cuentavueltas, y el indicador del nivel de combustible.


MOTORIZACIONES DISPONIBLES.




El Volkswagen Fox estuvo a la venta ofreciendo tres mecánicas diferentes: dos de gasolina y una de gasóleo. 

Las versiones de gasolina fueron un 1.2 de 55 CV y un 1.4 de 75 CV. El 1.2 se trataba de un tricilíndrico de prestaciones más bien ausentes, ya que ofrecía un par máximo de 106 Nm a 3.000 rpm, con una velocidad máxima de 148 km/h, tomándose sus pacientes 17,5 segundos para pasar de 0 a 100 km/h desde parado. Estaba claro que era un motor que buscaba ofrecer un consumo bajo, los cuales eran de 7,7 l/100 km en ciudad, 5,0 l/100 km en carretera. 

Más interesante sin duda era el 1.4, cuyo par máximo era algo superior, 124 Nm a 2.750 rpm, con una velocidad máxima de 167 km/h y empleaba 13 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado. Sus consumos homologados eran 8,7 l/100 km en ciudad y 5,6 l/100 km en carretera.

Pero si lo que buscabas era el menor consumo posible, lo mejor era decantarse por el 1.4 TDI de tres cilindros y seis válvulas, con 69 CV de potencia máxima a 4.000 rpm y un par máximo de 155 Nm entre 1.600 y 2.800 rpm. Su velocidad punta era de 161 km/h y necesitaba 14,7 segundos para alcanzar los 100 km/h desde parado, con un consumo de 6,1 l/100 km en ciudad y sólo 4,2 l/100 km en carretera.


¿Y SI QUIERO UNO DE SEGUNDA MANO? 


Como he mencionado al principio, el Fox surgió con la idea de atraer a conductores jóvenes que buscasen su primer vehículo, y a día de hoy su filosofía sigue siendo la misma, por lo que es una opción ideal para aquellos que busquen su primer coche, o simplemente un vehículo de corte urbano de precio contenido y fiable.

Bicheando por diversos portales especializados, podemos comprobar que la unidad más costosa no excede de los 5000 euros, mientras que el grueso de las ventas lo podemos encontrar en el abanico que va entre los 2500 y los 3500 euros. 











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