La historia del automóvil está llena de coches que, aunque su tamaño fuese muy reducido, ocupan un lugar grande dentro de la misma. Son conocidos con el nombre "microcoches", y seguro que nada más nombrar este término se te vienen a la cabeza míticos modelos como el BMW Isetta, el Fiat Topolino, o el Biscuter. Por este motivo, no nos ha de extrañar tampoco que, dentro de este tipo de vehículos, la historia del automóvil esté cargada de intentos de éxito, tanto a iniciativa de diversas marcas, o incluso a nivel particular.
Y hoy nos centramos precisamente en uno de estos nuevos intentos procedentes de Japón, sin duda alguna uno de los países en el que este tipo de vehículos tiene más sentido. Para ello viajamos al pasado y nos adentramos en el Salón del Automóvil del año 1983 que se celebró en la capital japonesa, y nos ubicamos en el stand de un fabricante muy conocido, pero no por sus coches, sino por sus motos e instrumentos musicales.
Exacto, nos referimos a Yamaha, donde en uno de sus escenarios exhibía un simpático vehículo de cuatro ruedas denominado Yamaha PTX-1, el cual no tardó en llamar la atención entre el público asistente, y no solamente por su color amarillo.
Porque hablamos de un vehículo cuya longitud era inferior a los 2 metros (exactamente 1,95 mts) su anchura era de 1,20 mts, su altura 1,29 mts. , y su peso en vacío de 165 kilogramos. Vamos, cifras propias de una motocicleta.
Equipado con un motor monocilíndrico de 50 c.c y albergando solamente un asiento, el PTX-1 se presentaba como una alternativa de movilidad urbana que trataba de unificar lo mejor del mundo de las motos, gracias a su tamaño compacto y ligereza, con las ventajas de un automóvil, al sustentarse sobre cuatro ruedas y ofrecer una cabina cerrada.
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