No es una estampa fuera de lo común en nuestras ciudades: coches de grandes dimensiones circulando por las saturadas calles de la ciudad transportando solamente a una, o dos personas como máximo. Esto supone un doble problema; se genera mayor densidad de tráfico al ocupar los vehículos más espacio, e igualmente son vehículos que por lo general emiten más CO2 al disponer de mecánicas más potentes.
Esto es debido a que hay familias que no pueden permitirse el hecho de tener dos vehículos. ¿Cómo solucionar este problema entonces? Pues bien, a inicios de la década de los 90 se dio a conocer un curioso prototipo que trataba de ofrecer un nuevo concepto de vehículo familiar: el Plymouth Voyager III
DOS COCHES EN UNO
Lo más particular de este prototipo, resultaba ser que estaba
configurado en dos partes: una cabina situada en la parte delantera, con
espacio para tres ocupantes, y una segunda estructura más grande y elevada que aloja cinco asientos más. De esta forma, cuando vayamos a usar el coche para nuestros quehaceres cotidianos, podíamos movernos con la cabina delantera a modo de pequeño utilitario.
¿Y qué pasaba cuando fuéramos a realizar un viaje con más personas? Pues sencillo, solamente tendríamos que acoplar la segunda cabina como si de un remolque se tratase, aunque curiosamente no se trataba de un remolque en sí, ya que el eje trasero de la cabina delantera quedaba oculta en la carrocería, dado que el remolque trasero ya contaba con sendos ejes. De este modo disponíamos de un gigantesco monovolumen con capacidad para ocho ocupantes de una forma rápida y sencilla.
DOS VEHÍCULOS, DOS MOTORES
Uno de los problemas que presentaba este curiosa forma de movilidad era el de la motorización, ya que se antojaba muy complicado usar una única motorización que resultase adecuada tanto para mover la cabeza tractora de forma independiente, como todo el conjunto del vehículo.
Para no caer en este error, se optó por la solución de dotar a cada volumen de su propio motor. Así, la cabeza tractora emplearía un motor tetracilíndrico de 1.6 litros conectado al eje delantero, y el conjunto trasero funcionaría además con otro motor de cuatro cilindros de 2.2 litros que proporcionaba tracción a las cuatro ruedas de sendos ejes posteriores.
A pesar de lo ingenioso que era este concept, no gustó demasiado cuando
se mostró en el salón de Chicago de 1990, por lo que no es un diseño
especialmente reconocido a Tom Gale, padre de algunas obras maestras,
como el Dodge Viper o el Plymouth Prowler, además de colaborar en el
diseño del Lamborghini Diablo.
Guau vaya pasada, ! los yankis haciendo estas cosas se quedan solos. Me parece una cosa digna de una peli Sci-fi
ResponderEliminarPero no me queda del todo claro donde alojaba el motor posterior ni como la ruedas traseras del mini coche quedaban cubiertas a la hora del acople.
Como siempre me dejas alucinado, jeje.
Sobre ambas cosas he tratado de buscar más información, pero no he averiguado nada. Mi curiosidad se centra sobre todo en el tema de los motores y el funcionamiento de ambos cuando ambas partes estaban acopladas.
EliminarSaludos ;)
Me parece más bonito el mini-Plymouth que todo el trailer en conjunto. Creo que podía haber sido un buen urbano remarcado como Opel.
ResponderEliminarSaludos!