Como otras tardes anteriores, me encuentro sentado en un banco del parque mientras mi hijo se divierte jugando con sus amigos . Es el momento ideal para leer durante un rato un buen libro, aunque a principios de mes mi lectura abandona los libros para centrarse en el último número de mis dos revistas de coches favoritas. Mi hijo se acerca para coger su álbum de cromos de la liga de fútbol e intercambiar estampas con sus amigos cuando uno de ellos me pregunta qué estoy leyendo. Seguidamente le enseño la revista de coches, pasando olímpicamente y centrándose de nuevo en intercambiar sus cromos de futbolístas. Me pongo a reflexionar sobre lo sucedido y me vienen a la mente aquellos maravillosos años en los que yo también coleccionaba e intercambiaba cromos con mis amigos . Sin embargo, estos cromos no eran de fútbol, sino de coches. Me acuerdo perfectamente que la imagen del vehículo siempre venía acompañada de sus características, como el tipo de motor, aceleración, velo...