En los albores de la época automovilística, Estados Unidos estaba poblada de inventores y empresarios que veían en esta nueva industria una opción de conseguir popularidad. Uno de ellos fue Milton Reeves (1864 - 1925) responsable de más de cien patentes, y el primero que incorporó un silenciador a un sistema de escape. Sin embargo Reeves estaba obsesionado con una idea equivocada, la de pensar que cuanto más ruedas tuviese un coche, más cómodo sería viajar en él. Y es que, a principios del siglo XX el mal estado de las carreteras era el pan nuestro de cada día (aunque actualmente vamos hacía ese camino) ya que, si bien eran aptos para poder cruzarlos a la velocidad de un coche de caballos, no resultaba igual a las velocidades que ya eran capaces de alcanzar los automóviles. Y Reeves pensaba que añadiendo puntos de apoyo sobre el terreno este inconveniente se reduciría... Básicamente trataba de aplicar la misma lógica que los trenes o los vehículos oruga. De modo que, ni corto ni per