JIDÉ COUPÉ. EL ENEMIGO FRANCÉS DEL ALPINE A110.

 


A todos nos es conocida la marca Alpine, sobre todo gracias a su mítico modelo A110 del que hoy en día algunos afortunados tienen la opción de disfrutar de su particular “remake”. Sin embargo, a pesar de su éxito, el A110 tuvo que hacer frente a una buena competencia. Hoy vamos a conocer a un acérrimo enemigo del modelo francés que, para más inri, procede del mismo país que el Alpine.

Y este competidor procedía del menos conocido fabricante Jidé. Esta marca francesa fue creada por el diseñador de automóviles Jacques Durand, aunque su periodo de producción fue muy muy breve, comenzando en 1969 y finalizando en 1973.


ASÍ ES EL JIDÉ COUPÉ. 

 


Y es que, el corazón de este deportivo tiene el mismo origen que los Alpine; es decir, Renault. Las versiones más modestas (denominadas Jidé 1100) montaban los motores del Renault 8, con 43 y 53 CV. Pero la versión más interesante era la denominada Jidé 1300, que montaba la mecánica del Renault 8 Gordini. Se trata de un 1.3 de 88 CV de potencia a 6700 rpm que le permitía al Jidé alcanzar una velocidad máxima de 202 km/h, recorrer los 400 metros desde parado en 15,8 segundos y los 1000 metros en 30 segundos. Evidentemente, a esto contribuyó el tener un peso inferior a los 700 kilos. A los modelos dotados de este motor se les conoció como Jidé 1300 Coup

Según su creador, el diseño del Jidé se inspiró en el Ford GT 40, pero no sé vosotros, a mi modo de ver presenta un aspecto bastante más robusto a pesar de medir solamente 3,59 metros de largo y 1 metro de alto. Igualmente, para reducir costes, posee elementos “donados” por otros vehículos, como los faros de un Matra 530, el parabrisas de un Renault Florida, así como las luces traseras y tiradores de puertas provenientes del Renault 8.
 
 


 


 

 
 
Cabe destacar que el coche podía venderse por 10.000 francos, pero sin motor ni eje delantero ¿Tal vez para usarlo como base de coche destinado a la competición?

El chasis estaba construido completamente en acero, mientas que la carrocería estaba hecha con fibra de vidrio, para aportarle ligereza. La suspensión era independiente en las cuatro ruedas y también equipaba frenos de disco; concretamente utiliza los discos del Renault 16 TS en la parte delantera y los del Renault 12 en la parte trasera. 
 

 
 
Posteriormente, en el año 1972 se aumentó la oferta mecánica. Nacía así el Jidé 1600, el cual equipaba el motor 1.6 del Renault 16 TS (83 CV) y el Jidé 1600 S, que tomaba el 1.6 del Renault 12 Gordini (113 CV) Pero ahí no quedaba la cosa, ya que para quienes buscaban un coche puramente de competición, también se comercializó el denominado 1600 S Competition que potenciaba el motor hasta los 150 CV. 
 
 

 


Y llegamos al año 1973, el cual fue horrible para este pequeño fabricante. Si bien la marca ya estaba tomando reputación gracias a su presencia en rallies y se disponía a abandonar la etapa de construcción artesanal para iniciar la producción industrial, estalló la conocida crisis del petróleo. Como consecuencia de ello, se suspendieron los eventos automovilísticos, aparecen los límites de velocidad y los clientes comienzan a escasear, por lo que las dificultades económicas no tardaron en aparecer.

Ante este panorama, Jacques Durán no tuvo más remedio que vender la empresa. Su comprador fue Michel Baxas, el cual tenía proyectos ambiciosos para Jidé, tanto que pretendía sustituir los motores Renault de sus modelos por mecánicas Porsche, pero el proyecto fracasó.

Con todo, gracias a la admiración que despertó este vehículo, en el año 1979 se fundó el club Jidé France, cuyo objetivo fue el de identificar a los propietarios de los coches supervivientes para colaborar tanto en el mantenimiento de los mismos, la producción de piezas, o incluso a terminar de fabricar aquellos modelos que se vendieron solamente con la carrocería.

Comentarios

  1. Debemos reconocer el mérito de estos pequeños emprendedores, pues muchas veces deben renunciar a fines de semana en familia, vacaciones, ocio, un salario fijo, a cambio de pasar interminables jornadas en un taller sin calefacción, atendiendo las reclamaciones de clientes descontentos. ¡Desgraciadamente el sueño de convertirse en un Enzo, en un Chapman o en Ferrucio rara vez se cumple.!

    un saludo.

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    1. Cuántas historias similares habremos visto ya, ¿verdad? Ojalá todos estos humildes proyectos hubiesen salido adelante. Al menos que no se pierda el legado que dejaron.

      Saludos.

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