Junto a las distracciones, el exceso de velocidad sigue siendo uno de los factores determinantes que se esconden detrás de los accidentes de tráfico, y por muchos medios que se traten de imponer para evitarlo, el problema no parece solucionarse. ¿Cuáles son los motivos por los que siempre vamos tan rápidos cuando conducimos? Aquí os dejo mi humilde opinión al respecto.
Si tuviéramos que definir a la sociedad actual con una palabra o un término breve,
seguramente que a la mayoría de todos nosotros se nos ocurriría algo
como “sociedad de la informática”, “sociedad tecnológica”, o algo
parecido. Pues bien, para mí no tiene nada que ver con nada de esto, ya que si tuviera que definir a esta sociedad nuestra de cada día sería con el término de “sociedad rápida”. Y es que con el nivel de vida tan ajetreado que soportamos, no tenemos
tiempo ni para conocernos a nosotros mismos. Queremos que nuestra
conexión a Internet, cuanto más rápida sea, mejor. La comida, cuanto
menos tiempo tarde en cocinarse, mejor. La dieta, cuantos más kilos
quite en menor tiempo, mejor. Cuanto antes me quite la pastilla el dolor
de cabeza, mejor… Y así podría llevarme todo el día.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Pues a la siguiente pregunta. ¿Nos dejamos contagiar por esta sociedad tan rápida cuando vamos al volante? En mi modesta opinión pienso que en parte si, pero que también hay otros factores. No debemos olvidar que, tanto las carreteras como los coches, son muy diferentes de los de hace años.
Un coche relativamente moderno de hoy en día te permite viajar
“cómodamente” por una autovía a 140 Km/h y tener la sensación de que vas
a la mitad de velocidad; es más, seguro que si eres de esos que tienden
a pisar el acelerador en cuanto se desconcentran, más de una vez te
habrás puesto a 160 km/h como mínimo.
¿REALMENTE EXISTEN MOTIVOS PARA IR RÁPIDO?
Podemos pensar que corremos porque el estado de la vía y el coche nos invita a ello, pero todos sabemos que lamentablemente no es así de simple. Pensando en este tema, he estado exprimiendo mi pequeño cerebro para tratar de averiguar cuál puede ser el motivo principal por el que a muchos conductores les gusta correr.
Y ojo, cuando digo correr no me refiero exclusivamente a ir a 160 km/h en una autopista, sino también a hacerlo a 70 km/h en una avenida, o a 120 km/h en una carretera secundaria, algo que puede ser incluso más peligroso. Pero para llegar a una conclusión sobre el tema, lo primero que hay que
hacer es diferenciar cuáles son los tipos de conductores que pisan el
acelerador más de la cuenta (a mi juicio)
- En primer lugar están los que corren de forma esporádica,
bien porque llegan tarde al trabajo, a una cita, o
porque no quieren perderse el inicio del partido de su equipo de fútbol favorito.
- Después tenemos a los que simplemente no saben que existen los límites de velocidad ni el velocímetro.
Por increíble que parezca, existen; son personas que no son conscientes
de la velocidad real que llevan porque no se percatan de ello. Yo los
llamo los bebés del asfalto, porque al igual que un niño que siente
curiosidad por meter los dedos en el enchufe ajeno al peligro que
corren, éstos también son ajenos a la velocidad “real” a la que viajan.
- También tenemos a los pilotos frustrados que han visto demasiadas veces Fast and Furius,
que no distinguen el volante del coche del de la Play Station para
quemar adrenalina, y que no tienen amigos para desfogarse con un buen
partido de fútbol o baloncesto.
- Y por último podría seguir nombrando a aquellos que siempre viajan estresados, los que van bebidos y/o drogados, etc…
¿POR QUÉ PISAMOS, PUES, EL ACELERADOR MÁS DE LO DEBIDO?
Una vez tenido claro este concepto, me surgió entonces una duda. ¿Qué hay en común en todos ellos para llegar a pisar el acelerador? Pues que siempre hay un motivo; da igual si está justificado o es una simple absurdez. Siempre hay un motivo. Y si existe un motivo debe haber un factor que motive ese motivo, ya sea psicológico, sociológico, físico o de comportamiento. Evidentemente, los motivos provocados por una causa externa al conductor como llegar tarde, por ejemplo, no me interesan, porque hay un hecho que provoca dicho comportamiento. Pero en los restantes casos no puedo dejar de hacerme la misma pregunta. ¿Por qué?
Y no me cabe otra respuesta que afirmar que corremos simplemente por experimentar sensaciones perceptivas nuevas al estar expuestos a un riesgo que creemos controlar.
Además, el coche se ha convertido en un símbolo de estatus social en donde se valora más el dinero que tienes en
la cartera que la inteligencia, por lo que la velocidad puede igualarte
socialmente; porque da gusto adelantar a ese creído del Mercedes recién comprado con tu coche de más de 10 años. O al contrario; mira a ese
desgraciado con su tartaleta sobre ruedas, le voy a dar un pasote y de
paso le reboso de envidia.
ES QUE MI COCHE ES MUY POTENTE Y VIAJO RÁPIDO CON MUCHA SEGURIDAD
¿Para qué hay coches potentes, para ir despacio? Podrás pensar. Ni la
seguridad ni la sensacion de velocidad ni el peligo sera el mismo en un
coche de 200.000€ que el
que pueda sentirse en uno de 20.000. Entonces, ¿por qué los dos deben ir
a la misma velocidad? Si alguien se ha gastado ese dinero en esas
prestaciones, ¿por qué debe tener los mismos límites que alguien que se compra
un coche simplemente con todo lo mínimo y cargado de plástico?
A ver... Si vas a 160 km/h vas a 160 km/h. Otra cosa es la sensación que tengas según qué coche conduzcas. Evidentemente tendrás la sensación
de ir más rápido e inseguro con una tartana que con un superdeportivo, además de contar con los sistemas de frenado o control de
estabilidad, de los que esté dotado el coche. Pero no podemos olvidar nunca el factor humano, como la capacidad de
reacción ante una situación imprevista o distracción, por citar un par
de ejemplos. Y lo más importante, que la carretera es un lugar donde
convivimos todos.
Con ello no niego que el límite en autovía de 120 km/h me
parezca corto para los tipos de vías y vehículos que tenemos
actualmente, pero dentro de cada tipo de vía hay una línea de velocidad
que es sinónimo de temeridad si se cruza (cosa que lamentablemente veo eso
todos los días) ya que es imposible poder reaccionar si surge algún
imprevisto.
Seguro que más de un afortunado propietario de un coche potente pueda sentirse frustrado por no poder sacarle todo el jugo a su espléndida máquina, pero la carretera es un lugar
en donde todos estamos conectados cuando vamos en ella y hay unas
normas que debemos respetar si no queremos causar mal alguno a nadie.
Que dichas normas estén bien estipuladas o no, eso ya es otro tema.
En conclusión, pienso que aquellos que tienen gusto por la velocidad
lo hacen no para llegar a un sitio antes, sino por sentir una
experiencia. Es tan atractiva porque produce excitación, eficacia y poder.
No se trata sólo de correr, sino de dominar la máquina que tienes en
tus manos y escalar dentro de esa pirámide social del asfalto que tiene
como unidades de medida los caballos y los km/h.
Y como toda experiencia agradable para quien la practica, el mayor peligro es que puede convertirse en adicción.
Entonces es cuando ya no hay remedio, hasta que tienes un accidente y
acabas en un nicho, o en el mejor de los casos, en una silla de ruedas
con la conciencia atormentándote durante el resto de tu existencia en
forma de voz de aquellos a los que arrebataste su vida.
Como habrás podido comprobar, éste es un tema escabroso que difícilmente podrá ser demostrado con datos empíricos y estudios concretos.
Por eso, te invito a que también dejes tu opinión al respecto, tanto si
compartes mi opinión como si discrepas de ella. Creo que el tema bien
merece la pena.
Pienso la mayoría de casos se trata de inconsciencia de lo que se está haciendo y de lo que se lleva entre manos. Si muchos supieran lo difícil que es controlar un coche que sufre un reventón, por ejemplo, se lo pensarían mucho más, aparte de la educación por supuesto, muchos corren dentro de pueblo, o en carreteras plagadas de coches...adelantamientos sin visibilidad, o si hablamos de los que van acosando a los demás en la autopista.
ResponderEliminarLo más injusto sin duda, cuando se pone en peligro vidas ajenas. Al final si uno es consciente y quiere poner su vida en riesgo en una carretera desierta, somos adultos, se supone, cuando eso no pasa que es casi siempre, estamos en un problema de estado.
En mi caso cada vez soy mas prudente al volante, y eso por supuesto se refleja en circular a una velocidad menor. Puede ser que conforme avanza la vida de uno, es mas consciente de sus responsabilidades y deberes, sobre todo familiares, y eso es un freno o mejor dicho un tope a la hora de pisar el acelerador.
ResponderEliminarPersonalmente creo que los limites de velocidad están desfasados, en especial en autopista, cuando se pusieron pocos autos lograban rebasarlos, ahora prácticamente todos los coches en venta en el mercado pueden circular con gran seguridad activa y pasiva a promedios de 130/140 Km/h. En esa horquilla creo que debiera situarse el limite.
un saludo!