Cuando hablamos de coches divertidos o coches radicalmente potentes, a casi nadie se le pasa por la cabeza pensar en un monovolumen. Y es que, al margen del archiconocido Renault Espace F-1, se puede afirmar que no existe un monovolumen capaz de destacar por sus prestaciones. Sin embargo, el Espace F-1 no ha sido el único proyecto "loco" que ha tratado de aunar deportividad y funcionalidad. Porque a principios de la década de los 90 hizo su aparición un monovolumen que estaba dotado de todo tipo de lujo y además equipaba un motor potente. Su nombre; De La Chapelle Parcours.
Como buen aficionado al mundo del automóvil que eres, estoy completamente seguro que el nombre De La Chapelle te resultará familiar. Esta empresa francesa con sede en Saint-Chamond, estaba especializada en la fabricación de réplicas de coches antiguos (especialmente Bugatti) Pero sus creaciones no se limitaron a estas réplicas; también se atrevieron con proyectos propios, como la fabricación de un roadster a finales de los años 90, o el propio vehículo que protagoniza este post.
Para ello retrocedemos al año 1987, cuando la empresa recibe la petición de un cliente extranjero que deseaba un monovolumen potente, pero que también estuviese a la vanguardia en lo que a términos de tecnología se refiere. Por entonces, el grupo Primwest, encabezada por un ambicioso jefe llamado Didier Primat, había adquirido el 40% de la compañía, y tenía grandes proyectos de crecimiento para la misma, por lo que aceptaron el pedido.
Para el diseño del monovolumen se recurrió a Barré Desing, que elaboró un estilo tal vez bastante simple a la vista. Por ejemplo, su parrilla delantera es bastante pequeña, sin grandes tomas de aire que leden carácter deportivo (salvo el pequeño splitter delantero) y en la parte trasera tenemos unos pilotos ¿prestados? de un Audi 80. Solamente las cuatro salidas de escape nos hacen intuir lo que se escondía bajo su capó.
Pero el Parcours no se diseñó pensando en su estética, sino en su aerodinámica, donde fue realmente eficiente, ya que ofrecía un coeficiente aerodinámico asombroso; solamente 0,28 Cx. Y todo ello en un vehículo que era enorme en cuanto a dimensiones; con 5,35 mts. de longitud, 2 mts. de anchura, 1,73 mts de alto y una enorme batalla de 3,12 mts.
Y llegamos a la parte más interesante: la mecánica. Como he mencionado, debía tratarse de un vehículo muy potente, y De La Chapelle tampoco escatimó en ello, debiendo distinguirse dos motorizaciones diferentes. Por un lado tenemos un V12 de 5,3 litros de origen Jaguar que desarrollaba 273 CV de potencia, lo que le permitía al Parcours alcanzar los 230 km/h de velocidad punta. Este motor fue el que se empleó para el primer modelo, que no era más que una maqueta a escala 1.
Sin embargo, para el prototipo plenamente funcional se equipó un V8 de 5,0 litros y origen Mercedes si cabe más potente, ya que entregaba 326 CV de potencia y alcanzaba los 250 km/h de punta.
La caja de cambios era también de origen Mercedes y automática, la cual enviaba potencia del motor al eje trasero. No en vano, también se quiso ofrecer como opción un sistema de tracción total gracias a la colaboración con la empresa WTI.
Pero no olvidemos que, además de potente, estamos hablando de un monovolumen, de modo que también debía ser práctico y cómodo. Para añadir plus de confort, la suspensión era de tipo neumática controlada electrónicamente, y para distribuir mejor el peso los 160 litros de gasolina que podía transportar se repartieron en cuatro depósitos.
Por su parte, el interior estaba diseñado para ser una completa oficina rodante, mucho más práctica y utilizable que una clásica limusina, y poseía todos los lujos tecnológicos que uno podía imaginar a principios de los años 90.
Y es que, la idea principal de la compañía era la de producir 100 unidades al año, siendo su precio cercano al millón de francos, todo ello según un comunicado de prensa de la época.
Finalmente, el De la Chapelle Parcours fue presentado en el Salón de Ginebra de 1992. Empero, el grupo Primwest, que por entonces también estaba inmersa en el mundo de la Fórmula 1 con el equipo Venturi pero sin obtener buenos resultados. Primwest decide entonces dejarlo todo: abandona De La Chapelle a su suerte y vende Venturi a Hubert O'Nei, quien casi resucita a la marca.
Que locuron de interior con su telefonaco y todo, tal vez estuviera pensado para desplazamientos de empresarios de alto postin, aqui en Eurpa no lo veo mucho tal vez es de un estilo yankee o saudi.
ResponderEliminarSaludos!
Exacto. La idea era posicionar este coche como vehículo de alta representación dentro del mundo empresarial (y no descartaría también de la política) Y coincido con tu comentario, tal vez sea de poco gusto europeo, aunque no había pensado en ello, la verdad...
EliminarSaludos ;)