Que en España tenemos grandes bodegas de vino es indudable. Una de las más tradicionales y conocidas por los entendidos es la bodega riojana Viña Tondonia, la cual presume se ser una de las más antiguas.
Casi 150 años después de que don Rafael López de Heredia y Landeta pusiera en marcha este negocio familiar, podemos hablar de una bodega en la que su pasión no son sólo los vinos, sino que el mundo del automóvil también ha sido una constante en los miembros de la familia López de Heredia.
A principios del siglo XX dos de los hijos del fundador, tanto Rafael como su hermano, Julio César, que falleció en un accidente automovilístico, eran jóvenes entusiastas de los coches, fieles al circuito de Lasarte, donde se desplazaban desde la bodega. Por aquellos tiempos comenzaron a hacerse con coches que fueron aumentando el patrimonio familiar y la fama del garaje de la bodega.
La primera adquisición del que se habla en los registros de los López de Heredia data del año 1907, y se trataba de un Delaunay-Belleville, en el que falleció el yerno del fundador.
Igualmente, hasta 1918 conservaron un automóvil modelo Humberette de 1913, de dos cilindros y dos asientos, refrigerado por aire, muy famoso en la época, y a éste le siguió un camión Ford modelo A para la distribución de los vinos.
Rafael, hijo, sabía de mecánica y abrió un taller al público donde de paso tenía soluciones para los coches de su garaje. También diversificó su negocio y, durante un tiempo fue representante de la casa Citroën e importador de los camiones a vapor Exshaw, uno de los cuales también se quedó en la bodega.
Finalmente, en el año 1920, Rafael ya había quedado seducido por los Bugatti después de conocer en una exposición en París al dueño de la prestigiosa marca. Y aquí es donde encontramos a nuestro curioso protagonista.
EL BUGATTI "TORPEDO" DE RAFAEL LÓPEZ DE HEREDIA.
En una época en la que los coches de competición eran de cabina abierta, una de las hipótesis que se baraja para comprender la existencia de este coche es que Rafael realizó esta "preparación" pensando en las carreras. Algo que sería muy novedoso, ya que no fue hasta los años 30 cuando se planteó la primera posibilidad de realizar un coche de competición con cabina cerrada.
Según algunas fuentes históricas, este fue el primer Bugatti que llegó a la familia, y Rafael, quien ya llevaba años experimentando con el aluminio y la soldadura, creó la extraña cúpula desmontable que podéis observar en las imágenes a base de aluminio, si ofrecer ningún tipo de ventana y dejando solamente dos pequeñas rendijas para tener un miniparabrisas.
De ahí la teoría de que la cúpula estuviese pensada más para el mundo de la competición que para tener efectos prácticos. Pero los cambios no quedaron ahí, ya que también se añadieron modificaciones que afectaron a los guardabarros o pasos de rueda, e igualmente se incluyó una luz sobre la calandra frontal.
Rafael bautizó a esta original creación como "torpedo" en noviembre del año 1920. Su primera salida fue a San Sebastián, la víspera de Nochebuena de 1921, pero de camino sufrió un aparatoso accidente en la entrada de Santo Domingo de la Calzada que lo dejó pendiente de reparación durante varios años.
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