Si te gusta, o estás familiarizado con los hechos históricos, seguro que te sonará la etapa de la Guerra Fría; ese periodo tras la II Guerra Mundial de tensiones constantes entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero la Guerra Fría no solo fue una etapa de tensiones políticas y bélicas, sino también una carrera tecnológica y económica entre estos dos sistemas políticos antagónicos en el que la Unión Soviética se quedó rezagada.Sin embargo, ello no fue impedimento para que el ingenio soviético saliese a la luz, y el coche que vamos a conocer a continuación es buen ejemplo de ello.
Nos situamos en el año 1979. Por entonces, el acceso a un automóvil nuevo estaba al alcance de pocas familias en la URSS, lo cual se reflejaba también en un parque automovilístico cargado de coches desfasados y antiguos. De modo que, un ingeniero en la ciudad rusa de Ujtá llamado Alexander Kulygin no se conformaba con aquellos anticuados vehículos y quiso ir más allá. Tanto, que se propuso recrear un vehículo deportivo, sirviéndose nada más y nada menos que del Lamborghini Countach como elemento inspirador.
Lamentablemente, Alexander Kulygin tuvo que tomar una base bastante más modesta para comenzar su creación; un VAZ-2101, es decir, un FIAT 124 que se comercializó en la URSS bajo licencia, pero viendo el resultado final, nadie lo podría imaginar.
Porque tres años después de iniciar el proyecto (año 1982) Alexander dio a conocer a su creación, al que bautizó con el nombre de Pangolín (o también Pangolina) 444 GT.
DISEÑO EXTERIOR Y SOLUCIONES INGENIOSAS.

Estéticamente, queda claro que el trabajo realizado, y más teniendo en cuenta la base que se utilizó, fue sobresaliente, ya que las reminiscencias a los grandes superdeportivos de la época son evidentes gracias a sus líneas angulosas y modernas. Sin duda alguna, en lo visual podría parecer que estamos frente a un Lamborghini. No sé a ti, pero personalmente me parece una versión shooting brake del Countach.
Pero es que, a parte de tener una estética muy lograda, el Pangolín GT contaba con unas soluciones bastante ingeniosas. Para empezar con lo más destacable, carecía de puertas, por lo que el acceso al interior se hacía a través de una cúpula que se elevaba levantando el techo, los laterales y el parabrisas. Por supuesto, todo ese conjunto era muy pesado así que se desarrolló un sistema hidráulico que levantaba la estructura. Y también podemos destacar otras soluciones ingeniosas como los cuatro pequeños faros retráctiles ubicados en el centro del capó, lo cual mejoraba la aerodinámica cuando estaban plegados.
Otro elemento destacable era también su enorme parabrisas frontal, la
cual aportaba un campo de visión sobresaliente, y para mantener este
campo de visión lo más óptimo posible en los días de lluvia, Kulygin
había desarrollado un brazo para el limpiaparabrisas que lo hacía
especialmente eficiente, pudiendo barrer el 95% de la superficie del
cristal
MOTORIZACIÓN E INTERIOR.
Si bien el exterior del Pangolín GT podía hacerte pensar que estabas frente a un Lamborghini, si hablamos de su motor la cosa cambia bastante, ya que equipaba un modesto propulsor de 1.2 litros de origen Lada que entregaba 62 CV de potencia, aunque gracias a su ligero peso y su aerodinámica nuestro protagonista era capaz de alcanzar los 180 km/h de velocidad punta.
Pero más que las prestaciones del motor, lo interesante radicaba en las soluciones que Kulygin tuvo que realizar para adaptar el conjunto motriz al diseño. Debido a la forma de cuña del capó, el motor tuvo que ubicarse tras el eje delantero, vamos, literalmente pegado al salpicadero, por lo que para acceder al mismo, tuvo que crear un sistema que levantaba dicho salpicadero. Y para aprovechar el espacio que quedaba delante del eje delantero, ubicó ahí los dos depósitos de combustible.

Por su parte, el salpicadero lucía un aspecto muy ochentero, pero sin tener un diseño muy cuidado, ya que se realizó aprovechando otras piezas de vehículos en producción. Eso sí, los asientos estaban inspirados en la aviación, ofreciendo un nivel algo de confort, y luciendo un respaldo muy alto. Tampoco había espejos retrovisores, equipando en su lugar un periscopio que que permitía obtener una cierta visibilidad trasera a través de una escotilla en el techo.
SU PERIODO DE PUBLICIDAD.
Una vez finalizada la creación, a su creador solamente le faltaba dar a conocer a su criatura. El primer paso fue el de llevar al Pangolín a la capital soviética, donde se exhibió en varias exposiciones, levantando incluso tal expectación que llamó la atención de diversos medios de comunicación. Es más, incluso fue expuesto en países como Bulgaria.
Con el paso del tiempo, el Pangolín también sufrió diversas modificaciones (o actualizaciones, según se mire) como fueron la incorporación de dos luces adicionales, la incorporación de los espejos retrovisores, la sustitución de sus originales llantas artesanales, o el cambio de color.
Pero la modificación más severa que sufrió fue por causas forzadas. Y es que, como su creador lo siguió empleando como vehículo particular, a mediados de los años 90 sufrió un accidente en el que la cúpula quedó seriamente dañada. De modo que Kulygin decidió reconstruirla con forma de techo targa, y aprovechó para repintar el coche en color rojo "Ferrari".
En realidad, siempre nos quedará la duda de si Alexander Kulygin creó este automóvil con vistas a que pudiese producirse, y así la "madre Rusia" pudiese presumir de tener su deportivo de fabricación propia, o bien simplemente lo creó para su uso y disfrute.
Sea como sea, lo cierto es que gracias a este vehículo, Alexander Kulygin fue fichado a finales de los años 80 por el fabricante de automóviles ruso AZLK y allí permaneció hasta mediados de la década de 1990. Después emigró a Estados Unidos y abrió su propio negocio de desarrollo, fabricación y venta de kits de automóviles sobre la base del Pontiac Fiero. Desgraciadamente, murió en 2004 en un accidente de tráfico camino al trabajo.
Comentarios
Publicar un comentario